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De Nueva Italia al ascenso español: el camino de Joaquín Panichelli, entre sueños, lesiones y goles

Por Lautaro Schwindt
Panichelli celebra uno de sus 20 goles con la camiseta del Mirandés, club donde atraviesa su mejor momento en Europa. Foto: cuenta oficial de X del Mirandés
Panichelli celebra uno de sus 20 goles con la camiseta del Mirandés, club donde atraviesa su mejor momento en Europa. Foto: cuenta oficial de X del Mirandés

Joaquín Panichelli, categoría 2002 y oriundo de la provincia de Córdoba, dio sus primeros pasos en Racing (Cba), Belgrano y Atalaya, hasta que logró dar el salto a River, como alguna vez lo hizo su padre, también futbolista, quien llegó a compartir una pretemporada con el equipo que dirigía César Luis Menotti en 1988, hasta que una grave lesión lo alejó de las canchas. Luego de quedar libre en River, el Deportivo Alavés se puso en contacto con Joaquín y lo contrató. Llegó al club en 2023 y todavía sigue perteneciendo a la institución. Hoy atraviesa un gran momento, cedido en el Deportivo Mirandés, donde lleva disputados 39 partidos y convirtió 20 goles. En esta charla nos contará un poco de su historia, su camino por las inferiores, las dificultades que se fueron presentando y cómo vive este gran presente personal.

–¿Cuándo te diste cuenta de que vos te querías dedicar a jugar al fútbol?

–Fui al jardín en Racing, en Nueva Italia. Y ya en primer grado entré a la escuelita de Racing con 6 años. Arranqué con más chicos, con un profe, un técnico. Y después, con 8 años, ya entré a las inferiores del club. Desde chico, cuando arranqué a jugar, ya me veía, me proyectaba como jugador de fútbol. Obviamente después hay un millón de circunstancias que te pueden salir a favor o en contra. Siempre, desde muy chico, la idea estaba.

–¿Naciste cerca de Nueva Italia? ¿Cómo fue ese vínculo inicial con el club?

–Yo soy del barrio Talleres Este, a 15 o 20 cuadras. Al colegio iba caminando. Hice los 12 años de jardín, primario y secundario en Racing. Siempre fue mi club, salvo los últimos dos años que fui a Atalaya, desde los 16 a los 18. Pero siempre fue Racing, le tengo un cariño muy grande. Cuando voy a Córdoba y puedo, trato de ir a ver un partido al Miguel Sancho. Estuve hace poquito ahí. Me tocó ir cuando estaba en el Federal. Y ahora están en la B Nacional y creo que es la posición que se merece el club.

–Siguiendo con Racing, ¿qué aprendizajes te quedan de esa época?

–Arranqué de muy chico y pasé por casi todas las categorías, pero sobre todo pude jugar mucho con el colegio en lo que fue la LIFI (Liga Intercolegial de Fútbol Infantil). Fue fundamental para mi crecimiento, porque desde los 8 años hasta los 15, los lunes entrenaba en la LIFI, martes en el club, miércoles en la LIFI, jueves y viernes en el club, el sábado jugaba en la LIFI y el domingo jugaba en el club. Era entrenar todos los días, jugar todas las semanas… Fue donde más pude dar esos primeros pasos, destacar un poco más, que me empiecen a conocer. Después tuve un año en Belgrano por ese año en Racing. Racing fue un poco donde me ordenaron, donde me empezaron a decir “acá tenés que hacer esto”, sobre todo también a nivel personal, como compañero. Fue donde también mi viejo y gente del club te va diciendo que no solo es importante jugar, sino también ir a entrenar todos los días. Yo, desde muy chico, ya mamé eso, y me acompaña hasta hoy, en toda mi carrera.

–La disciplina que se trabaja en Racing es algo que destaca. En tu caso, ¿hubo algún técnico o profe en esos primeros años que te haya marcado?

–En Racing tuve grandes técnicos, sobre todo Andrés Salto, que es uno de los que más confió en mí. Sobre todo por lo acogedor que es el club en cuanto a lo familiar: el colegio, el club, la LIFI… A los chicos se les da un trato muy cercano, con los recursos que se tienen.

–Después de Racing, fuiste a Atalaya, y desde ahí se dio tu salto a Buenos Aires. Pero antes de llegar a River, tuviste una prueba en Boca. ¿Cómo fue ese proceso de haber estado tan cerca de jugar en el clásico rival?

–Yo estuve en Atalaya y fue curioso, porque al final hice muchas pruebas en Boca desde los 13, 14 años. Iba siempre una vez por año, me quedaba una semana en esas típicas pruebas donde hay 60 chicos y hacés fútbol con uno, después con otro. Ese año ya me habían dicho que había quedado y empezamos a hacer todo. Me mudé, llevé todas las cosas a la pensión. Mi familia estaba obviamente muy conforme. Le había dado prioridad también al club, que tiene una facilidad para los estudios.

Ya estaba mudado a la pensión y hubo un tema de papeles que no se resolvía. Yo ya estaba entrenando en Boca y no se resolvía… Empecé a hablar en ese momento con Piero Foglia, que era el que me había llevado, y me dice: “No se resuelve, quedate tranquilo que en caso de que esto no pase, tengo la puerta abierta en River. Ellos ya te tienen visto y te dan la posibilidad de mostrarte ahí”.

Entonces se dio así, de un día para el otro, ir a River. Pero se dio todo bien. Después vino la pandemia, me tuve que volver a Córdoba, pero con la tranquilidad de haber quedado en River. Jugar en River fue algo muy lindo, y pude crecer como persona y como jugador.

–Tuviste dos convocatorias con la Primera de River, con Marcelo Gallardo como entrenador, pero no llegaste a debutar. ¿Sentís que el club no pudo darte los minutos que en ese momento estabas necesitando?

–Sí, tuve las dos convocatorias: una por Copa Argentina contra Patronato, y después en el Monumental contra Talleres. La verdad es que fue un sueño, porque uno crece viendo esos clubes por tele todos los días, todos los fines de semana. Y poder vivirlo, sobre todo desde adentro, ser parte de la concentración, la entrada al estadio, el partido… Para mí fue un sueño. River es un club gigante y es normal que quizás no te puedan ofrecer esos procesos que, por ejemplo, yo ahora estoy teniendo en el Mirandés, pero también los tuve en el Alavés.

En ese momento también tenía competencia. Estaban Lucas Beltrán, Borja, antes había estado Julián Álvarez. Entonces era —y es— un puesto que en River es muy complicado. Pero bueno, yo siempre dije lo mismo: estoy muy agradecido y me encantaría en algún momento poder volver, si el fútbol lo permite.

–¿Está la puerta abierta a una posible vuelta a River?

–Sí, obviamente ahora tengo la cabeza acá en Europa. Al final, uno intenta destacarse en Argentina para poder venir acá y competir para llegar al máximo nivel. Entonces, en este momento, mi cabeza está puesta acá en lo deportivo. Pero obviamente, en un futuro, esas puertas siempre están abiertas y siempre es bueno volver.

–Mucha gente piensa que, sí o sí, para triunfar en Europa hay que ir al Real Madrid o a un club grande. En tu caso fuiste al Alavés, que estaba peleando el ascenso. ¿Cómo viviste todo ese camino? ¿Y qué te dejó a nivel personal?

–Sí, es cierto. En Argentina eso nos caracteriza: nos apasiona tanto el fútbol, que es complicado. A mí también me pasaba. Uno quizás dice “el Alavés…”, yo lo conocía, un club donde también pasaron muchos argentinos. Y venís acá, en ese momento peleando en Segunda División por ascender, y te encontrás con que jugabas contra el Málaga, el Levante, el Granada, en estadios y escenarios —sobre todo a nivel del partido, de los jugadores, del terreno de juego— de primer nivel.

Para mí, en ese momento, dar ese paso —de la reserva de River a venir a competir acá en un primer equipo, entrenando con jugadores profesionales a ese nivel— era lo que necesitaba. Por suerte tuve la posibilidad de sumar minutos en el Alavés. Después, terminar ascendiendo a Primera y haberme hecho un lugar en el plantel. Ya el otro año me había recuperado de la lesión que tuve, y pude disputar partidos contra el Real, el Barça, el Atlético… Fue un paso, creo, muy bueno.

–Vos tuviste la mala suerte de que, cuando llegaste al Alavés, en el partido del playoff del ascenso sufriste una lesión en la rodilla izquierda, la rotura de ligamentos. ¿Te afectó mucho esto en lo anímico, recién llegado y con una lesión tan dura?

–No. Yo siempre digo lo mismo: lo único que me jodió fue que en ese partido había entrado bien, me estaba sintiendo muy bien. Y tener que salir en ese momento… Cuando pasa, yo quería seguir jugando porque no sentía que era lo que era. Los médicos me decían que no y yo quería seguir. Hay una charla graciosa con Luis García Plaza, el técnico, que le decía que me dejara seguir jugando. Y me termina sacando.

Después, la lesión en sí no. Me lo tomé con tanta tranquilidad, y para mí eso fue un punto clave para poder ser lo que soy hoy. Porque me terminó de dar ese tiempo, esos meses fuera del grupo —que quizá eso es lo más complicado— para poder crecer, sobre todo físicamente y a nivel mental. Pero sobre todo físicamente.

Necesitaba tener un desarrollo que acá, en Europa, siempre se suele pedir a nivel físico, y que cuando estás en competencia es complicado lograr, o lleva más tiempo. En esos seis meses, cuando ya pude empezar a caminar, me metí de lleno en el gimnasio y pude aumentar quizá 7 u 8 kilos de masa muscular.

Después, obviamente, trabajar la cabeza y poner objetivos a largo plazo. Entonces, cuando volví con el grupo, ya volví siendo mucho más jugador de lo que era. En ese sentido, nunca la sufrí, sino que la vi como una oportunidad para crecer.

–Digamos que lo que más te ayudó a salir fue eso: encerrarte en el gimnasio y trabajar la cabeza.

–Sí, obviamente. Lo que uno más quiere es que no le pasen esas cosas. No está bueno decir que quería que me pasara, porque uno no desea eso, ni para uno mismo ni para ningún compañero de profesión. Pero, una vez que te pasa, lo clave fue eso: cambiar el chip, decir “ya está, me pasó, voy a aprovechar esto en vez de padecerlo”. Y a mí, lo que más me hacía falta en ese momento era eso: ese desarrollo físico. Y esos meses me dieron la posibilidad de poder cumplirlo.

–Claro. Y ahí, del Alavés… jugás, tenés tu recuperación, que fueron seis meses, y en agosto del año pasado te ceden al Mirandés. ¿Cómo viviste esa llegada a un club en el que no habían pasado muchos argentinos?

–Tal cual. Yo fui a hacer la pretemporada con el Alavés. Ya había charlas con el técnico, con Luis, y con el director deportivo, Sergio, de que ellos creían que lo mejor para mí era quizás tener esos minutos que en el Alavés no me estaban pudiendo brindar. Por volver de la lesión, porque el club había terminado el último año décimo, que para un recién ascendido era una locura, quedar en mitad de tabla.

La llegada al Mirandés

Cuando surge la posibilidad del Mirandés, el Alavés dio el visto bueno. “Y el Mirandés, en este caso, tiene muchos ejemplos de jugadores que vienen, están un año, dejan todo, explotan y cuando vuelven a su club son vendidos a otro. Entonces es un club característico en ese sentido, ideal para explotar. Y por suerte, este año me está tocando”, cuenta Joaquín.

–¿Cómo es la vida ahí, en Miranda de Ebro, que es un pueblo chico? No es una gran ciudad, como donde está el Alavés.

–Mirá, en ese sentido, yo sigo viviendo en Vitoria, que es donde está el Alavés. Me dejaron, digamos, desde el club… Ese también fue uno de los motivos para ir a Miranda. Porque había otros clubes de Segunda a los que podía ir, pero el hecho de no tener que cambiar de ciudad, de casa, seguir viviendo acá y estar cerca del Alavés, mantener contacto con la gente del club… todo eso sumaba. Y Miranda está a 20 minutos en auto, así que voy y vengo todos los días, no hay problema. Fue uno de los puntos clave, y por suerte estoy disfrutando mucho acá en el club.

–Claro. ¿Y los próximos objetivos con el Mirandés? Están ahí a nada del ascenso directo, a dos puntos.

–Sí, una locura lo de este año del club. Año tras año, obviamente, pelea por no descender, por salvarse, por mantener la categoría. En ese sentido, el fútbol español, o el fútbol de este lado, es muy lindo, porque quizás este año uno hace una grandísima temporada, y el año que viene ya es arrancar de vuelta, y lo que hiciste el año pasado no sirve.

Panichelli celebra uno de sus 20 goles con la camiseta del Mirandés, club donde atraviesa su mejor momento en Europa. Foto: cuenta oficial de X del Mirandés
Panichelli celebra uno de sus 20 goles con la camiseta del Mirandés, club donde atraviesa su mejor momento en Europa. Foto: cuenta oficial de X del Mirandés

Entonces, nosotros arrancamos con esa idea: salvarnos, los 50 puntos, que es donde está la permanencia generalmente todos los años. Y una vez que lo logramos, el grupo es tan bueno, y hay tan buenos jugadores, que hoy en día nos vemos en una situación privilegiada. Y a disfrutar. Ya prácticamente aseguramos jugar el play-off por el ascenso, y ¿por qué no mirar un poquito más arriba? Lo importante es ir partido a partido, e intentar ganar, que es la forma más cercana de poder subir.

–La temporada pasada el Mirandés había quedado anteúltimo… había quedado ahí, apenitas, peleando el descenso.

–En la última jornada se salvan. Y era el choque justo entre los dos, que el que ganaba se salvaba y el que perdía descendía. Entonces, imaginate lo que fue ese partido en cuanto a presión, a jugarse la vida, así.

–Y este presente tuyo, imagino que lo vivirás excelente.

–Sí, volviendo un poco a lo que me habías dicho antes… Al momento de salir del Alavés, yo en mi cabeza estaba convencido de que si yo estaba en un lugar —podría haber sido en el Alavés o en otro, en este caso el Mirandés— donde me permitieran tener esos 30, 35 partidos de corrido, siempre y cuando uno haga méritos para estar, no tenía duda de que me iba a ir bien.

Quizás no tanto como está yendo, pero yo no tenía duda de que me iba a ir bien, porque confiaba mucho en mis condiciones, en lo que podía aportar, en ver otras referencias de lo que estaban haciendo y decir: “Che, yo puedo hacer esto, y lo puedo hacer incluso quizás mejor”.

Entonces, cuando vine al club, vine con esa idea desde el principio: con humildad, con ganas de trabajar, de dejar todo. Y por suerte, y gracias al trabajo, se está dando.

–Otra cosa que noté fue un gran cambio físico. Esto que decís vos también, como que Europa lo exige, digamos: al adaptarse, al poder estar más fuerte… ¿Cómo es el tema de la nutrición ahí?

–Sí, es clave. Es un filtro. Quizás hay jugadores que se destacan muchísimo en Argentina y tienen que pasar —le dicen esa famosa “adaptación a Europa”— no solo al país y a la ciudad. Si vas a un país con un nuevo idioma, también te cambia mucho. Es importante saber, por ejemplo, inglés, otras cosas para adaptarse.

Sobre todo a nivel futbolístico, físico, táctico, porque es otro fútbol. Y a nivel físico, los terrenos de juego están todos impecables. La liga española exige que esté todo impecable, que el césped esté siempre mojado, que los alcanza pelotas estén siempre atentos. Tanto en Primera como en Segunda, el ritmo de juego es muy alto, y si uno no está bien preparado físicamente —y no hablo solo de kilos o masa muscular, sino de tener el físico para hacer esos desplazamientos—, se complica. Todo va de la mano: si el cuerpo está bien, si los músculos responden, si la alimentación acompaña… el rendimiento mejora. Por eso, en ese sentido, estar preparado y hacer esa adaptación es fundamental.

–Claro, eso era lo que faltaba, para poder adaptarse bien a Europa.

–Sí. Porque al final uno viene de la reserva, que es semiprofesional, y es muy distinto. En mi caso, pasar de entrenar y jugar con chicos desde los 16 hasta los 21 años a estar acá, entrenando todos los días con gente más grande y mucho más experimentada, que ya te marcan de otra forma. Después, jugar los fines de semana también con gente que ya tiene 200, 300 partidos en primera división. Todo eso te hace elevar la vara y que, si uno está preparado y predispuesto a crecer como jugador, es lo mejor. Porque te exige eso: la liga y la competición.

–Volviendo un poco a River… en la reserva te tocó ser arquero en un partido. ¿Si te acordás de ese momento, cómo fue esa situación?

–Sí, fue contra Platense. Estuvo bueno porque en el primer tiempo había hecho el gol, entonces íbamos ganando 1 a 0. Y lo expulsan a Lucas Lavagnino y quedaban 3 o 4 minutos. Yo algunas veces atajaba en los entrenamientos, en los picados que hacíamos informales. Fue sobre todo por una cuestión más táctica, de decir: sale el delantero, no teníamos más cambios y, antes de que fuera al arco un defensor o un volante, preferí salir yo, y me puse ahí en el arco.

–¿Qué le dirías al Joaquín de Racing, al Joaquín de Atalaya, que veía ese sueño de llegar a la Primera División y hoy pasa por este gran presente?

–¿Qué le diría? Yo creo que todo el esfuerzo que uno hizo desde chico, que creyó, tuvo sus frutos… Lo más complicado hoy en día, ya con una posición en el fútbol profesional, cuando uno habla con amigos, es que los sacrificios ya son recompensados. Porque tenés que decir: “Bueno, no salgo, me tengo que cuidar con las comidas, me tengo que cuidar en todo”, y ya juego en estadios con 15.000, 20.000 personas, ya puedo vivir del fútbol, puedo decirle a mi mamá que se venga a Europa y mostrarle todo… ya están recompensados los esfuerzos.

Lo más complicado es en esa edad, desde los 10, 11, cuando uno ya quiere ser futbolista y ya tiene la cabeza ahí, hacer esos esfuerzos. Con 12, 13, 15 años no ir a la fiesta de 15 de tus compañeros, acostarse temprano, en la liga cordobesa se juega siempre los domingos, entonces privarse muchas veces de cumpleaños, de salir con amigos, de cuidarse la alimentación siendo tan chico.

Yo creo que le diría que todo ese esfuerzo, hoy, valió la pena. Y que lo volvería a hacer. Mis amigos y mi viejo siempre me dicen que ellos disfrutan salir y hacer sus cosas, pero que dejarían todo por llevar la vida que llevo yo. Entonces, poder haberlo soñado desde chico y hoy estar viviéndolo, para mí es lo más lindo y lo más gratificante.

–Ahora sí, la última, Joaquín, es sobre tu futuro. Acá, en los medios de Argentina, se rumorea mucho por el tema de que te quiere el Wolverhampton, que te quiere el Racing de Estrasburgo. ¿Cómo ves que esos clubes tan grandes, de ligas tan importantes, pongan el ojo en vos?

–Sí, ahora mi cabeza está puesta en terminar bien la temporada en el Mirandés y dar lo mejor por el club. En ese sentido, estoy muy agradecido. Después volveré al Alavés, que es el club al que pertenezco. Y también tengo palabras de agradecimiento para ellos, porque siempre se portaron muy bien conmigo.

Sí, salieron noticias. Ahora que arranca el mercado, es normal que se hable. No sé qué pasará. Yo estoy muy concentrado en lo futbolístico. Son cosas que maneja más bien mi representante, y después me traslada las noticias. Obviamente, cualquier paso que pueda dar adelante en lo futbolístico, voy a estar muy agradecido.

A sus 22 años, Joaquín Panichelli atraviesa su mejor temporada en Europa: convirtió 20 goles en el Mirandés y se ilusiona con el ascenso. Formado en Racing de Córdoba, con paso por River y el Alavés, repasa su camino desde los primeros entrenamientos en Nueva Italia hasta su adaptación al fútbol profesional español, marcada por una dura lesión que transformó en motor de crecimiento.