Por Lola Vargas
Hace 10 años las personas trans festejaban una gran victoria: ser reconocidas como personas con derechos. La Ley 26.743 publicada en el Boletín Oficial el 24 de mayo de 2012 les garantizó “acceder a intervenciones quirúrgicas totales y parciales y/o tratamientos integrales hormonales para adecuar su cuerpo, incluida su genitalidad, a su identidad de género autopercibida, sin necesidad de requerir autorización judicial o administrativa.”
En una charla que mantuvo el medio con Ana Clara Pico (42) expresó que se las critica mucho porque “a los putos se los opera gratis”, sin embargo ella comentó que fue un derecho que adquirieron después de muchos años de lucha. “Años de ser maltratadas tanto por la sociedad, como por la policía. Años de que chicas que militaron mueran por causas injustas”. Pico, con mucho dolor, expresó que vivieron situaciones muy incómodas e irreproducibles y que esta es una lucha constante que hasta el día de hoy no cesa.
“Soy una mujer de 55 años y milito desde mis 14 en esta ciudad, a mi nadie me contó la historia, yo soy parte de la historia. Fuimos nosotras, las mujeres travestis, quienes pusimos la cara y el pecho a las balas” manifestó Analaura Torres Vera, presidenta de Córdoba Diversa. Una organización trans que existe hace diez años y lucha por la igualdad y el respeto hacia la comunidad.
El marco legal que adoptó Argentina en el 2012 fue un gran avance tanto a nivel nacional como internacional ya que fue uno de los primeros países en reconocer estos derechos. Sin embargo, hoy en día la realidad que enfrentan las personas trans cordobesas está muy lejos de aquella promesa.
Si bien la ley establece que el sistema de salud público y privado deben garantizar el derecho a las intervenciones quirúrgicas, las personas trans siguen sin poder acceder a estas operaciones en Córdoba, por lo que deben viajar a la ciudad de Buenos Aires o La Plata.
“No se están realizando las mastectomías, menos que menos están haciendo cirugía de reasignación genital. Los que yo sé que se la han hecho se han ido a Buenos Aires” comentó Juliana Rincón, psicóloga de dos organizaciones transgénero cordobesas.
Rincón afirmó que hace un año no se realizaban las cirugías debido a la pandemia ya que tanto las salas como los médicos debían permanecer disponibles. Por eso los comités de salud de esas organizaciones están reclamando a los hospitales para que se reactiven las cirugías. Pero siguen sin conseguir una respuesta.

“Acá en la ciudad de Córdoba tuvimos solo cinco reasignaciones genital, que se realizaron en el Hospital Florencio Diaz y en el Hospital Clínicas” comentó Valeria Candela Olariaga (35), referente del Centro Trans Córdoba.
Contrariamente, son entre cuatro a cinco las operaciones que se realizan al mes en la ciudad de La Plata en el hospital Gutiérrez (en el área de urología) a cargo del Dr. Cesar Fidalgo. El doctor destacó que “realizamos más cirugías feminizantes que masculinizantes porque el requerimiento de masculinizante es menor, y en general, las cirugías que se les realiza a los varones trans es la masculinización del tórax”.
Asimismo, en la ciudad de Buenos Aires en el Hospital Carlos G. Durand, un equipo a cargo del Dr. Javier Belinky, realiza aproximadamente cinco cirugías feminizantes cada una masculinizante. Este equipo de especialistas, conformado por un psiquiatra (Adrián Helien) y un endocrinólogo (Alberto Nagelberg), formaron el programa Gapet (Grupo de atención de personas con identidad transgénero) que aplican diversos Hospitales en la Ciudad de Buenos Aires. Incluso, el hospital Durand hoy en día cuenta con un pabellón entero especializado en salud trans integral.
Como enmarcamos previamente, la pandemia cambió bastante el panorama de las cirugías ya que como afirma el Dr Belinky “el apoyo estatal, por lo menos en mi experiencia en el sistema público, es hiper pobre. No tenemos quirófano, yo desde que empezó la pandemia no operé más. Antes operaba todas las semanas y desde que empezó la pandemia quedé trunco. Tengo una lista de espera infernal en el hospital y no están dadas las condiciones públicas para que esto sea y funcione perfecto”.
En Córdoba, la situación es muy distinta ya que si bien la pandemia marcó una diferencia “hace ya tres/cuatro años que se realizó la última cirugía de reasignación genital”, confirmó Valeria Olagaria. Luego de hablar con varias personas trans, se afirmó que el panorama es bastante borroso ya que ni siquiera las comisiones de salud de las organizaciones tienen información certera sobre las cirugías a pesar de estar en contacto con directivos de los hospitales.
Incluso, Olagaria reveló que en un trabajo que tuvo, “mi empleador no me quería poner en blanco por miedo a que me realice la reasignación genital. No quieren llegar a cubrir este tipo de cirugías.” Más allá de que ella no buscaba realizarse la operación y solo deseaba tener un trabajo en blanco para gozar de derechos, esto demuestra que dentro de los sistemas de salud se sabe que las operaciones no se están realizando.

Del mismo modo, Bárbara Elena Olmos (44), Presidenta de la asociación civil Ser Trans Córdoba afirmó que “se hicieron cirugías en el hospital Nacional Clínicas con el doctor Raúl Belen en el año 2014/2015. También se hicieron con Lucas Lesta, en el Florencio Díaz. Yo sigo en lista de espera desde ese entonces, nunca más me llamaron.”
“La ley de identidad de género aprueba y acompaña la reasignación genital, pero el estado no está cumpliendo esto. La provincia de Córdoba ha capacitado a algunos médicos, pero no se están llevando adelante las operaciones por una cuestión de costos, supongo”, confirmó Analaura Torres Vera.
Diversidad dentro de la diversidad. ¿Todas las personas trans quieren la reasignación genital?
Luego de hablar con diversas chicas trans acerca de las cirugías, no solo se reveló que no se están realizando operaciones en Córdoba, sino que también cada una experimenta la transición a su forma y que por lo tanto, no todas buscan realizarse este tipo de cirugías.
Para algunas es parte de completar su identidad (transexual) y para otras es una operación riesgosa que no hace falta atravesar porque con sentirse femeninas les basta (trasngénero). El proceso de la transición es muy personal para cada una y no todas tienen los mismos objetivos dentro del colectivo.
“No es parte de completar mi identidad porque nunca voy a ser una mujer por más de que tenga una vagina. Mi identidad es esto, yo me veo y me siento femenina, no estoy buscando una vagina para completarme como mujer porque no soy una mujer”, Brenda Marquéz.
“No tengo la vaginoplastia hecha. Es un tema que tenes que agarrar desde tu entraña, desde donde vos compones la mujer que sos. Hay mujeres no necesitamos de una vagina para terminarnos”, Patricia del Valle Negui (66).
“Yo necesité la vaginoplastia para reafirmar mi identidad. Para mi era muy importante operarme porque yo sentía que era un complemento que necesitaba. Una vez operada me sentí completa”, Ana Clara Pico.
“Para mí operarme no es parte de completar mi identidad. No es el órgano sexual lo que define si sos hombre o mujer”, Analaura Torres Vera.
“Yo sueño con tener la vaginoplastia en algún momento, ahora diré que no es una prioridad para mi porque me frustré mucho por no haberla podido conseguir”, Bárbara Olmos.
En conclusión, podemos decir que dentro de la diversidad existe la diversidad. Y uno de estos motivos es por el cambio de época y de paradigma. En los 90 había un paradigma de sexo y de género. El sexo como lo biológico y el género como lo autoconstruido. Hoy, estas construcciones se encuentran en tensión porque la diversidad ha ido integrándose incluso dentro de los campos de la disciplina científica. Antes se utilizaban terminologías como disforia, patología, enfermedad, paciente, etc. Hoy, ya no.
“Yo necesité la vaginoplastia para reafirmar mi identidad, eso es lo que buscamos las chicas transexuales”
Ana Clara Pico (42), es de Ucacha, una localidad del centro sur de la provincia de Córdoba y profesora de historia, dedicada a la investigación. Pico reveló que a lo largo de su transición siempre deseó hacerse la reasignación genital porque era algo que necesitaba para sentirse completa.
Ella comenzó a relatar su historia diciendo ”yo no empezaría hablando de una transición, empezaría a hablar de antes” para hacer referencia a todas las anécdotas que pudo recopilar de sus maestras de jardín, primaria y secundaria que reflejaban su feminidad previo a realizar una transición completa.
“La señorita Martita me decía que se me notaba ya a los cuatro/cinco años cuando jugaba con la cocinita y con las muñecas. Después, la docente que me dio educación física me contó que en tercer grado llamó a mi mamá porque había notado desde el primer grado que yo no me integraba en gimnasia con los varones.”
Pico afirmó que ella se sentía distinta, pero que en la psiquis y en el sistema cognitivo del niño, ella no podía discernir si se sentía varón o mujer. Es decir que ella no sabía qué le pasaba, pero sí sabía que se sentía distinta al resto. Contó que tuvo suerte de tener una hermana cuatro años mayor que fue su norte porque la ayudó a descubrirse y la protegió del maltrato que sufrió en el colegio.
“La transición comienza sin darme cuenta, o sea no siendo del todo consciente. A los 14 años me empecé a dejar el cabello largo y a los 15 empecé con una transición más gradual. Yo me vestía con la ropa del género que me autopercibía, que era el de mujer, y salía a bailar con las amigas de mi hermana a pueblos vecinos.”
A sus 18 años comenzó un proceso de hormonización acompañada por el endocrinólogo de su localidad, el doctor Gomez. Pico resaltó que ella le insistió al doctor que le recetara hormonas porque en un futuro quería operarse.
“Fue muy raro que yo lo pida porque en mi generación no se hablaba ni de sexo. En mi familia me habían explicado que los bebés se hacían tomando una pastilla rosa. Vengo de una generación con muchos mandatos, con muchas estructuras, con un patriarcado muy fuerte que me quedó marcado en el cuerpo”.
Un año después, llega a Córdoba para estudiar historia ya habiendo adoptado una transición total (es decir que se veía como mujer). Por primera vez Ana Clara experimentó el sentirse deseada por un hombre heterosexual, lo que la ayudó a reafirmar su identidad de mujer.
Durante esta etapa su familia de clase media la apoyó brindándole acceso a la medicina privada. Pico en una oportunidad le planteó a una doctora del Sanatorio Allende que se quería operar, pero la endocrinóloga le dijo que era católica y que no estaba de acuerdo por lo tanto no iba a colaborar. Así fue que la secretaria de esa endocrinóloga le presentó al Dr. Ortiz quien le brindó una hormonización más precisa (que generó el crecimiento de las glándulas mamarias), pero le dijo que él no la podía operar.
En el medio de estas idas y vueltas, Ana Clara Pico se inicia en la vida sexual a los 21 casi 22 años, confirmando el rechazo que sentía por sus genitales y recién a sus 25 años se integra al mundo trans. “Yo pensaba que era la única en el mundo, hasta que llegué a Córdoba”. Al hacerse amigas trans por primera vez, Ana comienza a descubrir muchos trucos para esconder sus genitales, pero ella seguía disconforme y con la idea de hacerse la reasignación genital.
“Empecé a trabajar en un boliche gay; al principio como moza y después me postulé para reina, viste todos esos concursos de belleza machistas que se organizaban. Bueno, me presenté, salí reina y comencé a viajar mucho representando a Córdoba.”
En esos viajes fue conociendo algunas realidades del colectivo transgénero y se enteró del caso de Nati. Una chica trans que se había operado en la Argentina mediante un juicio (aún no existía la ley de identidad de género).
Entonces Ana Clara judicializa su caso en 2010 y comienza un proceso de peritajes requeridos en el momento. A pesar del gran esfuerzo realizado por los profesionales en demostrar que era apta para operarse, se retrasaron tanto que todo quedó en la nada.
Años más tarde se sanciona la ley de identidad de género y “yo veo que publicitan en la televisión que en La Plata iban a operar gratuitamente. Automáticamente agarré el teléfono, busqué el hospital Gutiérrez, llamé y pedí un turno con el Dr Fidalgo”.
Ese mismo mes, Pico se entrevistó en La Plata con el doctor que meses más tarde la operaría sin el requerimiento de ningún papel. Cabe aclarar que el hospital público ya contaba con una lista de espera muy larga así que Pico decidió operarse por medio de su obra social, Apross.
Una vez autorizada por la junta directiva de la prepaga, en noviembre de ese mismo año la operaron en La Plata, en el sanatorio privado Los Tilos. “Me internaron un sábado. A eso de las nueve de la mañana me llevaron al quirófano, mientras mi mamá rezaba. A la una del mediodía yo ya estaba nuevamente en la habitación.”
“Apenas me desperté, a pesar de que estaba temblando mucho, lo primero que hice fue contraer la vagina. Cuando el doctor me preguntó cómo me sentía le dije que me sentía penetrada, que sentía algo adentro.” El doctor le comentó que tenía un tutor dentro, un preservativo con goma espuma que se coloca en la vagina para que cicatrice.
“Yo estaba inmóvil, con sonda, acostada en una posición de cuclillas, no me podía ni mover. No puede tomar ni agua en todo el sábado ni el domingo. Solamente me mojaban los labios.”
Una semana después de que le dieran el alta del hospital, Pico se tuvo que quedar una semana más en un hotel de La Plata para poder realizarse los chequeos médicos. Ella comentó que nunca sintió dolor y que nunca sufrió. Sin embargo, cabe aclarar que se encontraba sedada bajo fuertes calmantes y antibióticos.
“Con mi vagina se logró una profundidad de 13cm y tuve que mantener la cavidad vaginal con ejercicios de dilatación durante seis meses, cuatro veces por día.”
Cumplida la semana, con los chequeos realizados, Pico regresó a Córdoba donde continuó con sus ejercicios rutinarios y un acompañamiento psicológico. “Y bueno, tuve que comenzar a conocer mi cuerpo de nuevo. Por ejemplo cuando me sentía excitada, mi clítoris se irrigaba de sangre y me daba vergüenza porque se me notaba, fue un proceso largo y duro. Tardé casi tres años en hacer que mi cerebro entendiera el cambio, pero lo logré”.
Ana Clara contó que fue difícil porque la genitalidad se la cambiaron en cuatro horas, pero el cerebro tiene un tiempo diferente. “Estuve tres años para poder tener un orgasmo clictoriano”, confesó Ana luego de contar que su vida sexual cambió por completo al tener que adaptarse a su nuevo órgano sexual. Hoy en día, Ana Clara Pico está contenta de tener una vagina con clítoris de la que puede gozar y sentirse mujer por completo.
Glosario
Trans. Abarca a todas las personas transgéneros, transexuales o de género fluido.
Transición. Cambio en la identidad de género pública.
Género fluido/genderqueer. Una persona que se identifica como hombre y mujer a la vez o como una combinación de géneros.
Transgénero. Persona cuya identidad de género o expresión no coincide con las expectativas sociales típicas de su género de nacimiento asignado. Las personas transgénero pueden o pueden no querer modificar sus cuerpos tomando hormonas o sometiéndose a cirugías.
Transexual. Persona cuya identidad de género no concuerda con el sexo asignado en el nacimiento. Las personas transexuales suelen querer modificar su cuerpo para poder aliviar esta incongruencia.
Autopercibirse. La capacidad del ser humano de percibirse a sí mismo.
Reasignación genital. Término que se refiere a los procedimientos quirúrgicos mediante los cuales se modifican los genitales por nacimiento de una persona para que su apariencia sea como los del género con el que el paciente se identifica